Cáncer de pulmón: cómo controlar la falta de aire

Disnea es la palabra médica que se utiliza para referirse a la dificultad para respirar. Es un síntoma frecuente en personas que tienen cáncer de pulmón o cáncer que se propagó a los pulmones. La disnea ocurre cuando tiene dificultad para ingresar y eliminar el aire de los pulmones. También puede tener disnea si los pulmones no reciben suficiente oxígeno.

Las personas que tienen disnea la describen como dificultad para respirar o falta de aire. Suelen compararla con la sensación de que se están asfixiando o se sofocan. En muchos casos, puede sentir ansiedad o pánico si cree que no puede respirar. A menudo, la ansiedad y los miedos pueden empeorar la disnea. Al entrar en pánico, puede quedarse sin aliento y comenzar un círculo que es difícil de detener.

¿Quiénes padecen disnea?

Si tiene cáncer de pulmón, es posible que tenga disnea. También puede tener disnea si tiene otro tipo de cáncer, como cáncer de mama, que se propagó a los pulmones. También puede suceder si tienes alguno de los siguientes problemas de salud:

  • Anemia

  • Neumonía

  • Coágulos de sangre en los pulmones (embolia pulmonar)

  • EPOC (enfermedad pulmonar obstructiva crónica), incluido enfisema o bronquitis crónica

  • Enfermedades del corazón

  • Exceso de peso

  • Asma o alergias

Algunos tratamientos contra el cáncer pueden dañar los pulmones y causar disnea. Entre ellos se incluyen cirugía de pulmón, radiación en el tórax (que afecta los pulmones) y determinados medicamentos que se utilizan para tratar el cáncer de pulmón.

¿Cómo se diagnostica la disnea?

Cada persona puede experimentar la disnea de una manera un poco diferente. Probablemente, le pedirán que indique si la falta de aire es leve, moderada o grave.

La disnea puede impedirle hacer cosas que normalmente hace con facilidad. Es posible que el proveedor de atención médica le pregunte cómo la disnea afecta su vida diaria, su capacidad para hacer actividad física y su calidad de vida. Infórmele al proveedor cómo afecta la distancia que puede caminar, cómo come o incluso cómo habla.

Para hablar con el proveedor de atención médica sobre la disnea, podría ayudarlo hacer un seguimiento de cómo lo afecta. Lleve un registro de cuándo tiene disnea, qué hace que mejore y qué hace que empeore. Anote las preguntas que tenga y lleve toda esta información a las consultas.

El proveedor también puede pedirle pruebas para determinar la causa de la disnea, si la causa no es evidente. Por ejemplo, análisis de sangre o pruebas del corazón o pulmones.

¿Cuál es el tratamiento de la disnea?

Por lo general, el tratamiento de la disnea consiste en tratar la causa. Por ejemplo, si se acumula líquido en el pulmón, es posible que el proveedor de atención médica deba drenar el líquido para aliviar la disnea. Es posible que necesite quimioterapia o radioterapia para reducir el tamaño del tumor que está causando la disnea. Si la disnea se debe a una infección, podrán recetarle antibióticos. Si se encuentra un coágulo de sangre en el pulmón, quizás deba tomar anticoagulantes.

El proveedor de atención médica puede tratar la disnea con medicamentos. El tipo de medicamento dependerá de la causa. Puede que necesite lo siguiente:

  • Broncodilatadores para abrir las vías respiratorias

  • Esteroides para reducir la hinchazón en los pulmones

  • Medicamentos ansiolíticos para interrumpir el círculo de pánico. Este círculo puede causar más problemas respiratorios.

  • Analgésicos para facilitar la respiración

El proveedor también puede recetarle oxígeno para facilitarle la respiración. Pregúntele al equipo de atención médica sobre métodos de respiración y relajación que puede probar por su cuenta.

Cómo vivir con disnea

Para aliviar los síntomas, puede hacer ejercicios de relajación, meditación o métodos de respiración. También sería conveniente conservar la energía y limitar las actividades. Estos métodos también pueden ayudarlo a controlar la ansiedad. El control de la ansiedad es una parte importante del tratamiento de la disnea.

También puede probar cambiar la forma en que se sienta o duerme. Intente sentarse erguido en una silla, inclínese ligeramente hacia adelante y apoye los antebrazos en los apoyabrazos de la silla o en las rodillas. De esta manera, puede expandir los pulmones. También puede probar dormir con varias almohadas o en un sillón reclinable.

A continuación encontrará dos ejercicios de respiración para controlar la disnea. Primero hable con el proveedor de atención médica antes de probar estos métodos. También puede consultar al fisioterapeuta o terapeuta respiratorio cómo controlar la disnea.

Respiración diafragmática

También se conoce como respiración abdominal. Para practicar este tipo de respiración, primero localice el diafragma. Así es cómo se hace: Coloque los dedos justo debajo del esternón e inhale. El músculo que se mueve es el diafragma. El objetivo es utilizar el diafragma para respirar en lugar de utilizar la espalda, los hombros o el cuello. Observe cómo el diafragma sube y baja mientras respira. También puede acostarse boca arriba y colocar un libro sobre el abdomen. Observe su patrón de respiración mientras el libro sube y baja.

Respiración con los labios fruncidos

Para practicar este tipo de respiración, frunza los labios como si estuviera apagando una vela. Respire normalmente. Inhale por la nariz. Luego, tarde el doble de tiempo para exhalar por el centro de la boca. Esto permite disminuir la respiración y mantener la calma. Puede hacerlo en cualquier momento que sienta falta de aire, como durante o después de hacer actividad física.

A veces, la disnea no se puede controlar en el hogar. O es un signo de un problema nuevo o que empeora.

Cuándo llamar al proveedor de atención médica

Llame al proveedor de atención médica si tiene alguno de estos síntomas:

  • Mayor dificultad para respirar

  • Cambios en la cantidad o el color de la mucosidad

  • Fiebre de 100.4 °F (38 °C) o superior, o según le indique el proveedor de atención médica

Cuándo llamar al 911

Llame al 911 si tiene alguno de los siguientes síntomas:

  • Falta de aire grave

  • Confusión

  • Dificultad para hablar

  • Dolor o sensación de opresión en el pecho

  • Piel, boca o uñas color azul o pálidas

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