Cómo lidiar con la alimentación emocional
Si asalta el refrigerador cuando está estresado o enojado, eso se denomina “alimentación emocional”. La mayoría de las personas tiene alimentación emocional de vez en cuando. Pero dejar que periódicamente sus sentimientos guíen su ingesta de comida puede afectar su salud.
La tristeza, el aburrimiento y otros sentimientos negativos pueden provocar la alimentación emocional. Cuando tiene alimentación emocional, puede comer todo el recipiente de helado después de una ruptura amorosa, o devorar una bolsa de papas fritas cuando está solo en casa un sábado por la noche. Pero los eventos felices también pueden provocarla. La mayoría de las personas come de más en eventos festivos, como fiestas y bodas.
La alimentación emocional también puede estar asociada a afecciones más graves. Una de ellas es el trastorno de apetito desenfrenado, en el que una persona come grandes cantidades de comida incluso después de sentirse satisfecha.
Comer más comida de la que el cuerpo necesita puede ser peligroso. Las personas que comen por motivos emocionales suelen subir demasiado de peso, lo que aumenta el riesgo de tener diabetes tipo 2, presión arterial alta, obesidad y cáncer. La alimentación excesiva también tiene consecuencias emocionales, como sentirse culpable o avergonzado después de comer.
Estrategias para lidiar con la alimentación emocional
Puede adoptar las siguientes medidas para detener los episodios de alimentación emocional y romper el ciclo:
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Aprenda a reconocer el hambre. La próxima vez que busque un refrigerio, pregúntese por qué lo hace. Si de verdad tiene hambre, sentirá síntomas físicos, como gruñidos de estómago. Otros síntomas de hambre son irritabilidad y dificultad para concentrarse. Si no tiene esos síntomas, es posible que no necesite comer en ese momento.
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Lleve un diario. Tómese el tiempo para escribir un diario sobre su estado de ánimo y la comida. Anote todos los alimentos que come todos los días y cuándo los come. También incluya los sentimientos que tenía en ese momento y si realmente tenía hambre. Es probable que detecte que determinados sentimientos, como la ira o la tristeza, hacen que coma de más. Una vez que detecte estos desencadenantes, puede aprender formas más saludables de lidiar con ellos. Por ejemplo, si siente estrés, dé una vuelta a la manzana. No intente aliviarlo con una barra de dulce.
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Forme una red de apoyo. Tener amigos y familiares cerca que apoyen sus esfuerzos de cambiar sus hábitos alimenticios puede aumentar las posibilidades de que tenga éxito. Quizás también sea conveniente que se una a un grupo de apoyo. Allí podrá conocer a otras personas con problemas parecidos y aprender mejores habilidades de afrontamiento. Uno de estos grupos es el programa de 12 pasos de Overeaters Anonymous (Comedores Compulsivos Anónimos).
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Encuentre otros intereses. Encontrar una actividad que disfrute puede aumentar la confianza en sí mismo, que suele ser baja en los comedores emocionales. Por ejemplo, puede practicar yoga, tocar un instrumento musical o pintar. Quizás detecte que come cuando está aburrido. En tal caso, puede ocupar el tiempo con una nueva pasión y reducir las posibilidades de buscar comida para satisfacer sus emociones.
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Pida ayuda si la necesita. Si no puede controlar la alimentación emocional por su cuenta, considere buscar ayuda de un profesional que lo ayude a cambiar su comportamiento. Puede probar con una forma de psicoterapia llamada terapia cognitivo-conductual, que puede ayudarlo a cambiar sus hábitos alimenticios y lidiar de una mejor manera con las emociones desagradables. Los medicamentos, incluidos los antidepresivos y los inhibidores del apetito, también pueden ayudarlo. Consulte a su proveedor de atención médica para obtener más información sobre las opciones de tratamiento.
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